Del niño que queria ser futuro


Niño, ríe con demencia, ríe con ganas cuando logra olvidarse de su tiempo tristemente esquematizado en segundos, su risa contagia cuando su cara arde inyectada en sangre, a Niño le gusta reír, por que así se le vuelve menos tedioso la carrera contra su tiempo, cuando llega serio, blanco y melancólico todos a su alrededor ríen sin esquemas en sus nubes de humo terrenal, Niño se sirve sin ganas y observa con menos ganas su reloj, cuando la aguja se mueve un pequeño espacio Niño resopla sus quejidos, y el reloj se agiganta. Niño, recuerda cuando estaba bien, esos cinco minutos de gloria que todos tenemos y que como a todos se nos escurren entre las manos pero a Niño aun le duele el golpe de la caida, y vuelve a pensar en cuando estaba bien, cuenta con una regla de tres simple cuanto tiempo hace que esta mal, y luego la aguja un poco mas corrida a la derecha lo empuja a pensar en que desde la ultima vez que vio esa misma enemiga relojera esta un poco mejor, aunque sabe que cuando la aguja de la vuelta a su mundo en tan solo un minuto volverá a estar mal, es una ecuación que conoce y de la que no puede escapar, por que el tiempo lo tiene agarrado del cuello, y como aquel que pelea en la noche contra sus propios fantasmas, Niño pelea contra los suyos convertido en relojes destrozados con furia, por melancolías y berretines de nene bien, Niño no despierta con tranquilidad, Niño despierta quebrado por el llanto mas desgarrador, me animaria a decir que Niño nunca despierta.

Niño tiene una habitación llena de relojes viejos, y a todos los hace girar a contra marcha, todo aquel reloj que se revele y quiera dar la hora precisa Niño lo destruye con brutalidad, por que Niño odia su ecuación matemática de los sentimientos, Niño quiere ser feliz... A Niño (rumores de ensueño) de niño le susurraban cuentos antes de dormir, entonces Niño dormía placidamente, pero todo esto quedo hecho trizas cuando Niño decidió caminar solo, cuando decidió salir al combate, Niño fue conscripto de un ejercito que lo dejo solo, Niño no tiene rumbo por que ella lo dejo en el fango, por que ella le enseño la ecuación matemática mas perversa, por que ella le leyó el cuento equivocado...

El amanecer no avisa


Llego temprano y me siento en tu mesa,
me lleno la boca de poesías
para perfumar un poco la verdad,
para no desnudarme tan pronto
ante tus ojos absortos y tus oídos impiadosos.
No llevo reloj, no te digo que te espero.
Pero los minutos pasan y los árboles se desnudan
en un otoño tan triste como predecible y sincero.
Un caballo galopa en mi pecho.
¡No es mentira!
Aun conservo las herraduras tatuadas.
No debería estar en esta mesa,
no debería estar planeando que decirte,
pero soy tan inseguro que me aterra
no tener un plan para seducirte.
Después, como todo, se me irá de las manos
Me quedaré sin palabras, me cegarán tus ojos
Y con el filo de tu lengua me coserás la boca.
Lo se…
Lo espero…
Es probable que luego lo arruine todo.
Como siempre pasa en estos casos,
nos asaltará el amanecer en plena noche
llevándose mis despojos, tus recuerdos y mi olvido.
Será como si nunca hubiera ocurrido
Como si nunca hubiera venido.
Como si no nos hubiéramos conocido.
Seremos dos extraños.
Solo pasos al pisar en nuestros caminos distantes,
dos luces en la oscuridad del cielo
de esta ciudad que se aturde en un instante
con el rugido de esas dos estrellas muertas de miedo.