Parece ser el comienzo de un gran sueño, se les nota la angustia por lo desconocido, la felicidad por experimentar esa angustia y la rebeldía desatada de poder decir que si (con todas sus fuerzas) al sueño que recién comienza, puede verse en sus rostros el desenfreno y el apuro por devorar de un mordisco afilado toda la experiencia que esta por venir. Van llegando a la puerta de escape con sus afectos, con sus historias, con el pasado que queda y el presente que es suyo, circularmente suyo. Lloran, nadie sabe bien por que, pero lloran, están esperando una interminable agonía antes de subirse al túnel del tiempo donde las horas ya no son lo que eran, donde el tiempo se pierde en el cielo y los minutos caen por la borda.
Ahora si el tiempo se vuelve confuso, mas bien difuso, están aturdidos, nerviosos, demencialmente nerviosos, pero los minutos que solo son minutos no avanzan, hasta que justo en un minuto (como todo lo que sucede en la vida) la historia cambia de escenario, el calor troca en frío absoluto, los rostros cambian, la identidad se vuelve nada, ante semejante trastocamiento de la realidad ordinaria lo único que saben es que deben correr por que no llegan.
Lo viven como si estuviesen dormidos, como si les estuviesen contando un cuento, como en un sueño lleno de cambios irreales se los puede ver corriendo en busca de su nuevo destino, allá van, corren, desesperan y nerviosos (el tiempo cambia, las sensaciones aun seguían siendo las mismas) logran alcanzar su nuevo objetivo, pero siguen en el sueño entonces de repente el idioma cambia, todo es nuevo, el cielo, las caras desfiguradas, el tiempo y el espacio juegan sus cartas, están ahí...ahora si han llegado a destino.