Lindos días de aquel verano, melancólico, triste, solitario, andaba yo buscando algo distinto algo que me haga brillar, algún destello en mis ojos mas allá de las pupilas dilatadas de la noche anterior, algún motivo para seguir andaba buscando, cuerpo flaco reposado cerca de mi sollozo angustiado por la mística química de alguien que vuela en bicicleta, llanto lágrima, el cielo y el infierno no recuerdo donde es que estuve primero pero es lamentable donde estuve después. Andaba buscando yo respuestas, a las preguntas que siembra el paso del tiempo, un segundo de descuido y la ilusión siempre es fugaz en estos casos, sin comprender exactamente lo sombrío de mis pasos di el primero, cual niño con regalo desgaje las capas de lo que ahora es recuerdo en aprendizaje, un diario viejo, con noticias verdes, con pasos mal dados, recuerdo los gritos en la oscuridad del mas absoluto invento discursivo reposado frente a la televisiòn y la trampera dispuesta para la presa que sigilosa y oportuna se acerca, suave, lenta, sutil y despreocupada. Filosos dientes apretados en lo profundo de la yugular, la sangre se esparce por toda la habitación al son de una nueva melodía rock, fluyen las palabras arrojadas al viento, a esta altura ya podía pararme y empezar a comprender, un golpe, dos golpes, aun mas flaco el cuerpo de lo que esperábamos, las lágrimas, la ausencia, todo se escapa y cualquier invento discursivo o estrategia de lucha es vana, de nada sirve pelear, ahora la batalla esta perdida, sera mejor refugiarse en la cueva y salir el próximo verano...
Gestos
Fue su sangre y la de ella la que inundo mis venas de pura vida, amalgamados en gestos fortuitos de amor dieron vida, una noche que ya quedo en la nebulosa sideral del espacio de los recuerdos perdidos, una noche, un minuto, un solo instante desenvuelve una larga línea de historias cruzadas, pero lo que me atrae a golpear el teclado es la ausencia, que ya no duele porque se perpetua el respiro cotidiano, dando tumbos y giros exaltado por el insomnio semanal, pude verlo, puedo verme entonces, ahora entiendo al rojo profundo que corre desesperado de vena a arteria y a pequeños nódulos que vaya uno a saber cómo se llaman estallando la sangre calurosa por la humedad de la ciudad, y puedo verlo en un espejo que refleja la parte de atras, por eso la ausencia se vuelve presencia en mi carne, puedo verme y verlo secarse las manos dedo por dedo con gestos ampulosos de la artrosis que se relame de dolor, puedo verlo también apoyar las manos sobre el colchón para darse vuelta, y como fiel reflejo inconsciente puedo también verme a mi dándome vuelta con el mismo esfuerzo, está en mis gestos y ya no puedo distinguir el homenaje de la nostalgia por que la carne se hace en mi una copia fiel del recuerdo que tiene mi cabeza y sus sinuosos laberintos donde se esconde la memoria emocional. Asusta la temible rutina, asusta el paso del tiempo por la voz que lejana se despide convirtiendo la materia en esencia propia de un fantasma que sobrevuela la intensidad alborotada de nuestro días, asusta también por que resulta el paso del tiempo un cruel refugio para la memoria que falla, el paso del tiempo erosionando los momentos otrora palpables se vuelve ahora una búsqueda intensiva por no perder el hilo vocal, la voz con el consejo, el llanto real del recuerdo, se lucha día a día para no perder las huellas que forjaron lo que somos, entonces el tiempo y su maldito ángel corrosivo se relamen gastando recuerdos, cambiando tonos, supliendo palabras, enhebrando la ponzoñosa aguja de perderlo todo en el océano tumultuoso de la memoria. Sus manos ahora son mis manos...
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