
Extraños tiempos nos muestran los relojes, las agujas no parecen fluir con la misma naturalidad y las alarmas suenan mas frecuentemente de lo que uno quisiera despertar.
La rutina del tic tac, al contrario del común, parece confundirnos, y tan débiles! Entramos en el juego del cambio y permanencia, de la fuerza y el sometimiento.
Buscamos perdernos en esta extraña maraña y en ocasiones despertamos anudados, enredados en el torbellino que nos impulsaba hace algún tiempo.
La meseta puede servir para recobrar el aliento y seguir ascendiendo esta pendiente que parece no tener cielo, o que lo transita desde el comienzo. El descanso puede ser un momento de inflexión o un momento de reflexión. Es probable que, a primera impresión, sea mas sencillo emprender el regreso cuesta abajo y pretender que no había suficiente fuerza en nuestras piernas para continuar el camino. Eso quedara en la voluntad de cada quien, y en la oculta conciencia que en sueños vendrá a mostrarnos lo mucho o lo poco que habremos dejado en la travesía, y lo mucho o lo poco que nos costaba continuar con la misma.
Razones y equívocos transitan como siameses, misión para un cirujano intentar separarlos. Lejos de nuestras posibilidades imagino que eso se encuentra. Tal vez, preferible sea escucharnos, alejándonos de esa pretensión y acercando a nuestros oídos las verdaderas palabras, no las que escuchamos de otras bocas, sino, las que escuchamos antes de pronunciar, que no siempre son adecuadas, por ser tan caprichosas y simbólicas, pero que sin embargo reflejarán un poco mas claro porque esta compuesta esta atmósfera.
Es muy difícil quererse, me puedo dar cuenta, pero tanto más difícil es no hacerlo.
El tiempo parece escurrirse entre los dedos y es ahí cuando tomo conciencia de lo poco que importa.
No hay apremios ni apuros, las manecillas precisas puedo no oírlas, sabiendo que aun nos espera el mundo. Hay una luz que me indica el camino y me invita a seguirla.
La rutina del tic tac, al contrario del común, parece confundirnos, y tan débiles! Entramos en el juego del cambio y permanencia, de la fuerza y el sometimiento.
Buscamos perdernos en esta extraña maraña y en ocasiones despertamos anudados, enredados en el torbellino que nos impulsaba hace algún tiempo.
La meseta puede servir para recobrar el aliento y seguir ascendiendo esta pendiente que parece no tener cielo, o que lo transita desde el comienzo. El descanso puede ser un momento de inflexión o un momento de reflexión. Es probable que, a primera impresión, sea mas sencillo emprender el regreso cuesta abajo y pretender que no había suficiente fuerza en nuestras piernas para continuar el camino. Eso quedara en la voluntad de cada quien, y en la oculta conciencia que en sueños vendrá a mostrarnos lo mucho o lo poco que habremos dejado en la travesía, y lo mucho o lo poco que nos costaba continuar con la misma.
Razones y equívocos transitan como siameses, misión para un cirujano intentar separarlos. Lejos de nuestras posibilidades imagino que eso se encuentra. Tal vez, preferible sea escucharnos, alejándonos de esa pretensión y acercando a nuestros oídos las verdaderas palabras, no las que escuchamos de otras bocas, sino, las que escuchamos antes de pronunciar, que no siempre son adecuadas, por ser tan caprichosas y simbólicas, pero que sin embargo reflejarán un poco mas claro porque esta compuesta esta atmósfera.
Es muy difícil quererse, me puedo dar cuenta, pero tanto más difícil es no hacerlo.
El tiempo parece escurrirse entre los dedos y es ahí cuando tomo conciencia de lo poco que importa.
No hay apremios ni apuros, las manecillas precisas puedo no oírlas, sabiendo que aun nos espera el mundo. Hay una luz que me indica el camino y me invita a seguirla.
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