La historia que voy a contar, transcurrió donde el tiempo no es tiempo y los espacios se deforman, extraña subjetivación de la conciencia, noche cerrada sedosa de luna plateada redonda y llena, en algún lugar de este inframundo donde no existen lugares había una casa, edificada vaya uno a saber cuanto hace (será quizá imposible saberlo suponiendo que en esta historia no haya antes, después ni ahora) amueblada con oscuridad, y extraña vajilla de cristal, mesa redonda que nos invita a la charla, un gran mueble llama la atención en medio de la sala gigante dividida por un escalón, llena de cuadros y cortinas como telones, grandes arañas cuelgan del techo, estábamos ahí éramos tres o quizás cuatro la sala estaba bien iluminada por las luces centellantes de la araña colgante de cristal y bronce, sin previo aviso y con una velocidad impresionante una música se acerca no ya como sonido viajando por el viento sino como materia abracando todo el espacio que ocupábamos, cuestión de rapidez la música aturde nuestros oídos y al son de las tenebrosas notas musicales que nos avasallaban las luces empezaron a disminuir su potencia directamente proporcional al volumen de la música era la baja en la intensidad de las luces, asustado por lo inexplicable comienzo a tiritar de miedo, la velocidad de lo que nos transcurre es impresionante, las luces quedan totalmente ciegas y nuestros ojos ven con la luna, solo con la luna podemos divisar nuestros cuerpos temblorosos, la sensación era que toda esta marabunta sonora y oscura venia a mi captura por eso me aferraba a mi silla desgarrando las uñas de la piel, ellos sin embargo se encontraban impertérritos sentados en sus lugares. La silla con el impulso de la ceguera y el fuerte sonido de la música, comienza a temblar también, comienzo a tener la certeza de que algo me lleva, pero me niego tengo miedo, mucho miedo, grito, lloro, me quedo afónico mi voz ya no me pertenece, la silla esta moviéndose en dirección al telón, me aferro al brazo de un amigo, no quiero irme, me lleva, pero no quiero, la silla hace fuerza, la música retumba en mis oídos, la luz comienza a parpadear, la luna se llena cada vez mas, y me sigo acercando intento gritar me aferro un poco, suplico, ya estoy mas cerca del telón siento lo brazos que me llevan, son brazos pero no son tus brazos o los míos, son muchos, varios, infinitos. Veo todo negro, me fui, me perdí, y fue después de ver lo que no se puede ver, que abrí los ojos...
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