
Que placer profundo me produce ver esos borboteos de las historias mínimas, esos días donde por un instante todo se da vuelta, pude ver en la tele el grito de un toro que me representa, me supone su aliado, y supone también millones de gritos en esa estocada.
Con sus afiladísimos cuernos asesta de una vez el golpe que frena el juego, ese juego donde el cobarde opresor droga a su victima para el regocijo de los inconcientes que gritan (cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia), un cuerno oprimido que en un rapto de rebeldía arranca en mi una sonrisa, que placer ver a ese toro desencajado de rabia, ver al impune asesino desangrar sus piernas, una vez minima instancia pero placentera victoria del toro.
Inocente, cae en la perversión mas absoluta pero se rebela, que fresca rebeldía, que apasionadas ganas de vencer…
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