Para quien escribe aquel que nunca llega a ningún lado? para que derrocha letras como tantos otros ignotos escritores que se regodean en el fracaso.
Me encontré fantaseando con el fin de la escritura, con la muerte de la puta literatura, aquella siniestra forma de inventar un mundo, pensé en los escritores que hablan de escritores, en escritores cuyo éxito es innegable y su éxito, precisamente, se basa en negar la escritura, vaya paradoja escribiéndola.
Me encontré sin salida en la puerta del romanticismo literario, en soñar con destruir lo tan perfectamente construido, en todos los tiempo escritores en rebeldia escribian cuan beneficioso es dejar de escribir, Melville y su Bartleby, Cortàzar y su Rayuela, Joyce y sus encrucijadas en Ulysses, y tantos otros escritores que encontraron la fama y las ventas rompiendo las estructuras de su propia torre de Babel.
Al tiempo que fluían en mi millones de caras y frases construidas al calor de sentirse desubicado en el mundo, la paradoja se fue construyendo como una bola de nieve. Como dejar de escribir sin nunca haber escrito? donde esta Walser cuando su cuerpo quedo tirado en la nieve?, donde están los que dejan de escribir? donde esta Sallinger y su resignaciòn?, me pregunto alucinando un destino celestial de escritores negados pero están ahí en los escaparates de las librerías humillàndose, siendo comprados, leídos y convertidos en best sellers de vaya uno a saber que cantidad de generaciones.
Y así negamos su dolor, su tristeza, así niego mis letras, mis libros, y no niego nada a la vez. No logro escapar aun de este laberinto de lucha sin razón por hacer explotar el edificio literario a nuestro alrededor, por socavar los cimientos de la literatura, sigo viendo los escaparates, comprando los éxitos, sintiendo que soy el único que comprende a Walser muerto en la nieve, que a lo sumo seremos dos si cuento a Enrique y nuestra amistad a distancia, secreta y mentirosa, pero dos persona no bastan para comprender un cuerpo tieso sobre la nieve, no bastan quince libros de mi amigo imaginario para romper el molde, no basta que deje de escribir ya que nadie me lee, no basta por que necesitamos de los malditos escaparates para intentar el cambio, pero ahí viene la afirmaciòn de los éxitos, vienen las ferias del libro, vienen las editoriales y viene el tiempo (nuestro peor enemigo en esta lucha) a construir un mito de los escritores y así tirar por la borda la lucha incansable por sacar un empate por lo menos un solo día.
Vaya sabor amargo la imaginaciòn personal, preciosa reacción sentirse dueño del mundo moldearlo, escupir sobre aquello que construye la verdad, sentirse libre, preso, prejuicioso, negador, rebelde, sabio, idiota, leído, ignorante, cómodo, rufián, en fin sentirse medio pelo.
Me encontré fantaseando con el fin de la escritura, con la muerte de la puta literatura, aquella siniestra forma de inventar un mundo, pensé en los escritores que hablan de escritores, en escritores cuyo éxito es innegable y su éxito, precisamente, se basa en negar la escritura, vaya paradoja escribiéndola.
Me encontré sin salida en la puerta del romanticismo literario, en soñar con destruir lo tan perfectamente construido, en todos los tiempo escritores en rebeldia escribian cuan beneficioso es dejar de escribir, Melville y su Bartleby, Cortàzar y su Rayuela, Joyce y sus encrucijadas en Ulysses, y tantos otros escritores que encontraron la fama y las ventas rompiendo las estructuras de su propia torre de Babel.
Al tiempo que fluían en mi millones de caras y frases construidas al calor de sentirse desubicado en el mundo, la paradoja se fue construyendo como una bola de nieve. Como dejar de escribir sin nunca haber escrito? donde esta Walser cuando su cuerpo quedo tirado en la nieve?, donde están los que dejan de escribir? donde esta Sallinger y su resignaciòn?, me pregunto alucinando un destino celestial de escritores negados pero están ahí en los escaparates de las librerías humillàndose, siendo comprados, leídos y convertidos en best sellers de vaya uno a saber que cantidad de generaciones.
Y así negamos su dolor, su tristeza, así niego mis letras, mis libros, y no niego nada a la vez. No logro escapar aun de este laberinto de lucha sin razón por hacer explotar el edificio literario a nuestro alrededor, por socavar los cimientos de la literatura, sigo viendo los escaparates, comprando los éxitos, sintiendo que soy el único que comprende a Walser muerto en la nieve, que a lo sumo seremos dos si cuento a Enrique y nuestra amistad a distancia, secreta y mentirosa, pero dos persona no bastan para comprender un cuerpo tieso sobre la nieve, no bastan quince libros de mi amigo imaginario para romper el molde, no basta que deje de escribir ya que nadie me lee, no basta por que necesitamos de los malditos escaparates para intentar el cambio, pero ahí viene la afirmaciòn de los éxitos, vienen las ferias del libro, vienen las editoriales y viene el tiempo (nuestro peor enemigo en esta lucha) a construir un mito de los escritores y así tirar por la borda la lucha incansable por sacar un empate por lo menos un solo día.
Vaya sabor amargo la imaginaciòn personal, preciosa reacción sentirse dueño del mundo moldearlo, escupir sobre aquello que construye la verdad, sentirse libre, preso, prejuicioso, negador, rebelde, sabio, idiota, leído, ignorante, cómodo, rufián, en fin sentirse medio pelo.
1 comentario:
Después de leer esto me siento un poco más medio pelo que hace media hora...pero no quiero entrar en conflicto con ello...no, por ahora...
Llevemos nuestra condición de medio pelo lo mejor posible...y si, leyendo literatura best seller y no tanto...
Que bueno volver a leerte inefable después de tanto rato!!
(M)
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