Comenzó así un nuevo camino, triste su caminar y quebrada su espalda. Una vez mas el brazo se doblega, una vez mas cae de boca al piso, alza la mirada y se resigna, puede ver su propia sombra quebrada en dos por los inexpugnables rayos del sol ardiente.
Lo oigo hablar, otra vez su grito mudo. Si, otra vez. Lo veo y me quiebro, le pregunto el por qué de su inestable conciencia, mudo, atónito me mira y con una carcajada tiñe mi vergüenza. Grita, enloquece, llora y corre, intento seguirlo pero va muy rápido en su carrera, las calles siempre parecen ser las mismas, lo veo pero no logro alcanzarlo.
En un simple rugir del viento se nos escapó el sol, estábamos corriéndonos y ya no pude divisarlo, oscuro era el panorama, las calles angostas y la incertidumbre de no saber volver me inundo los ojos de lagrimas.
Me perdí aquella noche, y nunca mas pude encontrarme.
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