
A veces pienso que podrá estar a la vuelta de la esquina, otras tantas puedo sentir su presencia a mi lado, logro imaginar su mano, y el encierro que seca mis lagrimas convierte mis ojos en pequeñas gotas de vidrio, vuelvo a imaginar su rostro al verme padeciendo, me sacude los pulmones con una bocanada de certezas y comienzo todo de nuevo. Así son mis lunas.
Dejo que la imaginación corte al viento, y vuelvo a imaginarlo con la llave en sus manos, golpeándolas, usándolas para la percusión perversa de aquello que existe en su propia libertad.
Las imágenes se repiten, los espejos rebotan una y otra vez como la tormenta que precede al huracán, como el rojo explota en el cielo cuando el sol surca el horizonte.
Proyección de la libertad, espejismo del encierro, prisioneros sin condena y fantasmas combatiendo el olvido, todos en la misma escena, todos en la esquina, y también (desde ahora y para siempre) todos en la palma de mi mano.
Dejo que la imaginación corte al viento, y vuelvo a imaginarlo con la llave en sus manos, golpeándolas, usándolas para la percusión perversa de aquello que existe en su propia libertad.
Las imágenes se repiten, los espejos rebotan una y otra vez como la tormenta que precede al huracán, como el rojo explota en el cielo cuando el sol surca el horizonte.
Proyección de la libertad, espejismo del encierro, prisioneros sin condena y fantasmas combatiendo el olvido, todos en la misma escena, todos en la esquina, y también (desde ahora y para siempre) todos en la palma de mi mano.
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